Gestión

Gestión y gobernanza –aunque en la práctica estén estrechamente entrelazadas– se entienden mejor como actividades separadas. La gestión se refiere a usar los medios y realizar las acciones para lograr un determinado objetivo, es decir, «el proceso de reunir y utilizar conjuntos de recursos de manera que esté dirigida a la consecución de tareas en una organización».[1] Por ejemplo, un determinado territorio puede ser gestionado para asegurar el mantenimiento de sus funciones ecológicas a través de varios pasos: planificar; organizar; hacer el presupuesto y asignar los recursos; llevar a cabo varias actividades, incluyendo la vigilancia y el cumplimiento de las normas; monitorear resultados; evaluar y reajustar los planes de acuerdo con las lecciones aprendidas, etc. Los recursos necesarios pueden incluir recursos humanos con capacidades, experiencia y habilidades pertinentes; recursos financieros; diversos tipos de información (ej., legislación, datos ecológicos, mercados financieros); así como recursos naturales (ej., tierras, agua, semillas, especies animales y vegetales, polinizadores).

En el contexto de los procesos mediante los cuales los TICCA—territorios de vida son mantenidos y fortalecidos por sus custodios, la gestión usualmente incluye cartografía del territorio de vida; demarcación de sus fronteras y de sus características esenciales; comprensión, como grupo, de qué se necesita para lograr los objetivos identificados por la comunidad; la aplicación de las normas de acceso y uso acordadas por la comunidad (posiblemente compiladas en un protocolo comunitario) (ver #Derecho consuetudinario indígena y protocolos comunitarios; #Apoyo apropiado); la realización de actividades de vigilancia para garantizar respeto de las normas; la detención y el castigo a los infractores; la obtención de ingresos para que la comunidad pueda hacer los trabajos de vigilancia y otras actividades cotidianas necesarias; etc.

Mientras que para tener un TICCA—territorio de vida es necesario ejercer la gobernanza comunitaria, la gestión del mismo no es ni suficiente ni necesaria. Por lo tanto, si un Estado ‘delega’ la gestión del territorio de vida a un pueblo indígena o comunidad local, o le propone un arreglo de comanejo, por lo general esto supone un insuficiente reconocimiento de sus derechos a la autodeterminación.

Algunos pueblos y comunidades custodias deciden no gestionar directamente sus territorios y áreas y los recursos naturales que se encuentran en ellos. Esto podría ser por razones técnicas (falta de tecnología o equipos), razones legales (necesidades de seguridad) o razones prácticas (falta de mano de obra). Su papel como custodios se ejerce a través de la gobernanza, mientras que la aplicación de las decisiones (gestión) es confiada a otros.[2]


Referencias claves:

Hitt, Black and Porter, 2011; Kothari et al., 2015; Worboys and Trzyna, 2015.


[1] Hitt, Black and Porter, 2011, página 4.

[2] Por ejemplo, pueden no ser ellos quienes corten o cosechen árboles, dejando estas actividades a profesionales contratados, o pueden firmar un acuerdo con una ONG a cargo de monitorear especies claves en su territorio.