Conservación

El Consorcio TICCA ha adoptado la definición de ‘conservación’ establecida por la Estrategia Mundial de Conservación de 1980, que dice: «…[la conservación es] un esfuerzo positivo que incluye: el mantenimiento de los procesos ecológicos y los sistemas de apoyo a la vida; la preservación de la diversidad genética; la utilización sostenible de las especies y los ecosistemas; la restauración y el mejoramiento del medio ambiente natural».[1] Si bien la práctica de la conservación de la naturaleza es tan antigua como las personas, el concepto de ‘conservación’ es relativamente reciente, ha pasado por cambios profundos y sigue siendo hoy diverso y controvertido. Los orígenes del concepto pueden buscarse en las actitudes monárquicas y coloniales dirigidas a establecer áreas con abundante vida silvestre disponible para para ser cazada fácilmente por unos pocos privilegiados.[2] La naciente industria del turismo trajo consigo la promoción de una mística de la ‘naturaleza salvaje’, con los parques nacionales como sus faros, y accesibles solo a clientes privilegiados.[3] Y, a lo largo del último siglo, la conservación ha sido moldeada por enfoques antropocéntricos orientados hacia «una gestión eficiente y científicamente informada de los recursos naturales»[4] y la preservación de la vida silvestre por agencias profesionalizadas y políticas dedicadas.

Actualmente, en su mayoría se ha abandonado la idea de ecosistemas prístinos no tocados por los humanos, pero la noción y la práctica de la ‘conservación fortaleza[5] infortunadamente sigue siendo relativamente frecuente.[6] También se pueden encontrar actitudes más completas en la literatura y en la práctica. En las últimas décadas, la conservación comunitaria –y basada en los derechos– se ha vuelto cada vez más popular entre las agencias gubernamentales y las organizaciones conservacionistas –de nombre, aunque no siempre de obra–.[7] Aunque la traducción entre el concepto de conservación y las perspectivas indígenas no es tan sencilla,[8] algunos pueblos indígenas y comunidades locales han querido apropiarse del concepto para sí mismos y adaptarlo dentro de sus propias prácticas. En este sentido, la conservación por pueblos indígenas y comunidades locales (‘conservación indígena[9]) es autodeterminada, está amarrada a contextos locales y ha llevado a sostener innumerables territorios de vida a lo largo y ancho del mundo. Esto es lo que muchos pueblos indígenas y comunidades locales han venido practicando por generaciones, aplicando sus conocimientos y habilidades adaptativos, y negociando, decidiendo y haciendo cumplir las leyes y normas consuetudinarias sobre acceso y uso de tierras, agua, biodiversidad y otros regalos de la naturaleza.

La conservación indígena no distingue entre conservación y bienestar comunitario, pues enfrentar estos dos conceptos podría socavar las relaciones sociales y las normas culturales que han conservado la naturaleza con éxito a través del tiempo. La conservación indígena no es tecnocrática ni se implementa a través de instituciones y leyes estatales. Es conservación basada en capacidades y derechos colectivos y locales, y en la adopción libre de responsabilidades colectivas como parte de prácticas culturales, espirituales y sociales.[10] La conservación indígena y la perpetuación de las relaciones que sostienen los territorios de vida de una comunidad son primordiales para los territorios de vida y la autodeterminación sostenible.

¿Pueden los TICCA—territorios de vida garantizar la conservación de la misma manera que la ‘conservación fortaleza’?

Los enfoques de conservación fortaleza y la conservación por pueblos indígenas y comunidades locales pueden producir resultados similares, pero sus medios y objetivos son radicalmente diferentes. Mientras que la conservación fortaleza exige el cercado de los territorios designados para evitar que las personas y las comunidades ingresen, la conservación indígena y comunitaria actúa a través del mantenimiento del equilibrio y la sinergia entre los humanos y los elementos naturales, o su recreación cuando son alterados. Ahora bien, mientras que en la conservación fortaleza la gestión es delegada a expertos y guardias profesionales, en la conservación indígena y comunitaria las personas interesadas definen e implementan las medidas de conservación. Hay innumerables ejemplos de territorios de vida donde las prácticas de gestión son muy similares a las que atañen a las áreas protegidas convencionales. Estas incluyen: asegurar niveles de protección estrictos que eviten cualquier tipo de falta de respeto, alteración o cambio de sitios específicos; asegurar el uso sostenible de los recursos al tiempo que se garantiza la preservación de grandes ecosistemas; conservar características naturales, especies o hábitats específicos.[11] Estos ejemplos de prácticas de gestión en la conservación indígena y comunitaria se encuentran en los sitios sagrados, los territorios de los pueblos en aislamiento voluntario, los santuarios de vida silvestre basados en la comunidad y en muchas áreas donde las normas consuetudinarias regulan el acceso y uso de la biodiversidad. En general, la contribución de los territorios de vida a la conservación, tanto dentro como fuera de las áreas protegidas, hoy es indiscutible y ampliamente reconocida.[12]

Referencias claves:

Muir, 1901; IUCN, 1980; Stevens, 1997 (y Nietschmann citado allí); Berkes, 1999; Posey, 1999; Colchester, 1994; Chatty and Colchester, 2002; Wilshusen et al., 2002; Murombedzi, 2003; Adams, 2004; Nadasdy, 2005; Feit, 2007; Sodhi and Ehrlich, 2010; Kothari, Camill and Brown et al., 2013; Gavin et al., 2015; Oldekop et al., 2015; Jonas, Makagon and Roe, 2016; Corrigan et al., 2018; Farvar et al., 2018; Garnett et al., 2018; Büscher and Fletcher, 2019.


[1] IUCN, 1980.

[2] Adams, 2004.

[3] Colchester, 2002.

[4] Sodhi and Ehrlich, 2010, página 10.

[5] Brockington, 2002.

[6] Wilshusen et al., 2002. Para el debate actual sobre resurgimiento de acciones de conservación estrictas, ver Wilson (2016) y las críticas planteadas, entre otros, por Fletcher and Büscher (2016).

[7] Ver, por ejemplo, Gavin et al., 2015.

[8] Nadasdy, 2005; Feit, 2007.

[9] Farvar et al., 2018.

[10] Berkes, 1999.

[11] Borrini-Feyerabend et al., 2010. Para profundizar en similitudes y diferencias entre tipos de TICCA y tipos de áreas protegidas, ver: Kothari et al., 2012.

[12] Corrigan et al., 2018 y Garnett et al. 2018, y referencias dentro de estas.